Telč

En esta república uno no sabe cómo vestirse, porque el hecho de que amanezca un día radiante no es garantía de nada. Eso me pasó ayer, que estuvimos de excursión BridgetJones y yo, que poco a poco nos vamos conociendo los alrededores palmo a palmo. “He mirado el libro que cogimos de la oficina de turismo y sólo nos queda un sitio Patrimonio de la Humanidad por visitar en esta república” le dije hace tiempo. “Pues cuando vuelva de la Primera Comunión de mi sobrina y de Mallorca vamos ¿no?” Contra todo pronóstico ha vuelto, y está de nuevo aquí para tranquilidad mía.
Quedamos el sábado por la tarde para tomarnos un café y que me contara cómo le había ido por tierras insulares españolas. “Pues nadie habla español allí ¡todos son extranjeros! Menos mal que yo no tengo problema para los idiomas (ya lo he dicho antes) porque encima avinguda, platja… ¡qué lucha, qué lucha!” “Jamía, es que España es así de surrealista. ¿Vamos mañana a Telč?” “Vale” “Te recojo a eso de las 9” “He hecho unos crepes, desayunamos antes”.
Así que con el estómago reconfortado por un estupendo café, unos más estupendos crepes y un flan de prueba que me estaba esperando, cogimos el camino. “¿Dónde vamos?” dijo ella ya en el Fabia “Parece mentira que después de 3 años me lo preguntes… a Telč… ya llegaremos”. Y llegamos, a pesar de que desde 15 km antes había carteles avisando de que la carretera estaba cortada. Pero Telč estaba a 12, así que pensamos que estaba cortada al otro lado de la ciudad. No fue lo que pensó un austríaco, que en aquella carretera “subcomarcal” dio media vuelta después de examinar concienzudamente el aviso. Pero somos los mejores, indiscutiblemente. Debemos tener algún defecto de fabricación, porque esto no es normal. Aparcamos junto al centro histórico, sólo cruzando una calle. “Los domingos no se suele pagar. ¡Uy! Dice que hay que pagar todos los días” dije yo mirando el parquímetro (en checo). “Bueno, nada nos impide salir” porque ni había caseta con vigilante ni barrera, así que no pagamos. “No he visto la i” dije yo cuando mirábamos con curiosidad cotilla el interior de los edificios de la plaza. “Yo tampoco” replicó, y seguimos a lo nuestro, haciendo fotos y cotilleando. “Ah, mira allí está” y fuimos a la oficina de información turística para pedir un mapa y algunos folletos, como corresponde.
“¿De dónde han salido tantos ingleses, hasta en bicicleta y con muletas?” dijo BridgetJones. La verdad es que no estamos acostumbrados a encontrarnos muchos turistas en nuestras excursiones, a pesar de que casi todas las hacemos en domingo. Pero la ciudad estaba plagada de ingleses de avanzada edad y de japoneses gregarios. Por supuesto, eso no nos impidió disfrutar de la ciudad y sus encantos. Esta república y sus parajes jamás dejarán de sorprenderme. El castillo está justo en la curva del meandro, y junto a él el seminario, separados por unas callejuelas. Estábamos correteando por allí, cada uno a lo suyo, y vi una puerta abierta por la que en aquel momento entraba un hombre con su hijo. Pues nada, yo no voy a ser menos, así que también la crucé. Los ojos como platos y la boca como un buzón. Levanté el brazo y con aspavientos, avisé a BridgetJones que no sabía donde estaba exactamente, para que viniera. Ante mi cuerpo serrano estaba el río y un parque a sus orillas que rodeaba el castillo. ¡Y sin turistas!
Telč está prácticamente en la frontera con Austria, en la comarca de Vysočina. Para llegar hay que dejar atrás Třebíč, y ni que decir tiene que la ruta está plagada de lagos y bosques de un rutilante y cegador verde. La ciudad, al igual que Český Krumlov, está en un meandro del río. “Ciudad y agua” dice el eslógan. El casco histórico es más bien pequeño, prácticamente se reduce a la plaza principal que está formada por edificios del siglo XVII o XVIII, con fachadas profusamente decoradas. Aunque teníamos previsto emplear más tiempo allí, la verdad es que con un rato grande hay bastante. “¿Qué hacemos ahora? Tenemos dos opciones: o buscamos un sitio para comer aquí o nos volvemos” “Vamos a comer aquí y luego a la vuelta nos paramos por el camino y les hacemos unas fotos a las vacas”. Con tanto turista y tan poco oferta, fue complicado encontrar una terraza en la que comer, pero la encontramos al segundo intento. Porque había una mesa libre en uno de los restaurantes, pero después de pedirnos una Kofola, yo, y una Coca Cola, ella, y ponernos en la mesa la carta, el camarero dijo de muy malos modos que si queríamos comer tendríamos que esperar una hora… ¡o dos! porque tenían un grupo de 100 personas. Así que nos levantamos y lo intentamos en otro sitio. Y justo cuando terminábamos de comer, empezó a llover. Yo, que voy aprendiendo, no llevaba chanclas sino zapatillas. Eso sí, bermudas.

Esta entrada fue publicada en Turismo. Guarda el enlace permanente.

Una respuesta a Telč

  1. mianmase dijo:

    Tiempo de bermudas, mmm. Aquí no creas que el clima es mejor. Junio parece Abril. Lluvioso. Art. 1, ya sabes.

    Una propuesta para el gobierno checo. Si le queda algo que hacer patrimonio de la humanidad … que sea a vosotros. EJJEJJE

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.