“Bonico, Samantha está enferma ¿te vienes a la ópera?” “¿Ahora? No puedo” “Mañana, bonico, mañana”. Es que había quedado con Segismundo para cenar el domingo y no hubiera podido ir a la ópera. Me extrañó que fuera el domingo porque ella debía estar en Eslovaquia, aunque también podía haber vuelto temprano para ir a la ópera.
“¿En qué teatro es y qué ópera?” le pregunté el lunes, mientras comíamos. “No es ópera, es ballet. En el Janáčkovo, el que te gusta, el comunista… claro ¡como tú no viviste esos tiempos!” ¿Qué se puede contestar a eso? Pues nada, uno se calla y si puede, cambia de tema. Bueno, pues quedamos a las 7 menos cuarto en la puerta del teatro. A las 7 empezaba la función. Era ballet, no ópera como ya vemos que me aclaró mucho después de haber confirmado mi asistencia. Six & Pták Ohnivák se llamaba la obra. En realidad eran dos: Six, que es una pieza corta, y Pták Ohnivák que es lo que realmente se va a ver. La incultura, que a la fuerza queremos eliminar, de los dos es inmensa. No teníamos ni idea de qué iba el ballet. Ella me dijo que era sobre el Ave Fénix “¡uy, como nosotros, que renacemos de nuestras cenizas!” Pero no. Ahora, gracias a San Gúguel he descubierto que va de otra cosa. Es una leyenda eslava sobre un pájaro con plumas maravillosas, de color rojo, amarillo y naranja, y que una sola de sus plumas es capaz de iluminar una habitación. Nada que ver con el Ave Fénix, evidentemente. Y música de Igor Stravinsky. Danza contemporánea, no clásica. En fin, todo un baile inesperado.
“¿Tú te has enterado de algo?” le pregunté al final. “No”, fue su respuesta. “Yo tampoco, pero es muy bonito”. Es que este es el teatro en que el escenario se mueve, que sube y baja; y el coreógrafo utilizó esta posibilidad. Montaje minimalista y por supuesto música en directo. No como en Six, que la música contemporánea era grabada. Se nota la diferencia. Claro que no tenían nada que ver una obra con la otra. A mí Six me daba la impresión de estar viendo alguna danza centroafricana o de alguna isla de los Mares del Sur, aunque bailada por blancos muy blancos. No entendí de qué iba el asunto, claro, ni por qué se llama Six si sólo había 5 bailarines. Eso sí, muy bonito todo.
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