“¡Magnífico, estupendo, es estupendo!” me dijo BridgetJones un día sobre el libro que estaba leyendo. “Pues yo lo leí en su día, cuando salió en español y no pasé de la página 30. Claro que era muy joven, menos de 20 años; lo volví a intentar más tarde, con más edad, y no llegué ni siquiera a la 30”. “Pues éste no es el primero que me leo de él” continuó ella. “Pues yo no voy a ser menos, y lo volveré a intentar, a lo mejor ahora que estoy en la cuarentena…” Así que lo busqué y lo volví a empezar. La verdad es que ni me acordaba de la historia, y el título no da muchas pistas sobre su contenido, por mucha imaginación que se tenga. “La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera. No sé de qué página no pasé esta vez, pero tampoco pude con él. Lo siento mucho. Eso sí, los lugares donde se desarrolla me resultan familiares ¡algo he avanzado!
Sí, Milan Kundera también es brunense. Aunque vive en Francia y escribe en francés. Siempre es mucho más elegante el francés que el checo, que todos sabemos que es una lengua cruel. Cuando lo intenté por primera vez, el nombre de este señor me pareció exótico, aunque Milan siempre me ha recordado a las gomas de borrar de nata. Es un nombre masculino relativamente común en esta república. Desconozco si tiene traducción, aunque me temo que poco tiene que ver con el santoral.
Conozco poco de Milan Kundera, y lo que sé ya lo traía de la madre patria. Quiero decir, que como no leo la prensa ni los suplementos literarios checos, no sé si el interfecto goza de buen predicamento en esta su tierra o por el contrario, es ese paisano escritor que a los extranjeros les gusta tanto. Supongo que como aún está vivo, hasta donde yo sé, ni hay esculturas suyas ni nada dedicado a su persona y obra. Ni una triste placa en la casa en que nació y pasó su infancia (que conocí a través de BrnoNow!, una web para emigrantes). Descubrí que era de aquí porque al principio de llegar yo a esta república el buen hombre se vio envuelto en un escándalo por su supuesta connivencia con el régimen socialista. Se le acusaba de delación a amigos y compañeros. Noticias que conocí a través de la prensa digital española, claro. Como tantos otros, dejó la por entonces Checoslovaquia y emigró a Francia, tierra con la que sueñan casi todos los escritores y artistas en general (bueno, ahora no sé, pero hace más de 30 años que es cuando él se marchó sí que lo era). Y allí sigue, sin querer ni pisar esta república.
Como véis, no sólo hay gente ilustre en el pasado remoto, también en el cercano. Iremos mostrando más.
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Cultureta!!!
La biografía bien. Pero echo de menos más de vuestras conversaciones.
Siempre he sido algo repelente, lo sé y lo asumo ¿qué culpa tengo yo de pasar, sin solución de continuidad de leer las aventuras de «Los Cinco» de Enid Blyton a leer «Memorias de Adriano» de Marguerite Yourcenar? ¡El mundo me ha hecho así!
De esa conversación hace muchísimo tiempo, y ya casi no me acuerdo. Recuerdo que fue dando un paseo por Stefanikova, íbamos o veníamos de algún sitio, no sé cual. Iríamos a tomarmos algo, seguro.
Sigo sin entender coooomo se puede vivir sin leer la Insoportable levedad del ser :)A lo mejor lo que necesitas es buscar una traduccion buena, porque las que lees tu, ya sabes, jeje. O bueno, ya lo leeras en frances dentro de poco:).
Bueeeeno, yo de momento sobrevivo, con dificultad pero sobrevivo. Sí, habrá que intentarlo una cuarta vez en francés jejeje
Mientras lucubras sobre este tal Kunderan, que en ahora buscare en Google a ver… Yo me parto con lo de las gomas de nata Milan.. 😀
Ya ves que el Sr Kundera no es santo de mi devoción, aunque lo he intentado. ¿No recuerdas el furor que causaron las gomas de borrar de nata? Claro, tú eres muy jovencita 🙂