Kynuté knedlíky s nutellem nebo s nocillem


“Prueba eso que está muy bueno” me dijo BridgetJones una de las primeras veces que fuimos a comer al restaurante vegetariano cuando de nuevo volvimos a trabajar en el mismo parque empresarial. “¿Qué es?” dije yo, más que nada por decir algo y no someterme a sus deseos sin ni siquiera rechistar. “Tú cómetelo” fue su respuesta. “Pues sí, sí que está bueno” fue lo único que alcancé a decir una vez que lo probé. Estos que comí también estaban rellenos de Nocilla, aunque el relleno puede ser cualquier cosa. Supongo que esto de la Nocilla debe ser una versión reciente, porque ésta no siempre ha formado parte de nuestras vidas. La forma tradicional es con fruta del tiempo, frutas pequeñas se entiende (cerezas, ciruelas, fresas… cosas así, no es cuestión de cubrir una naranja con esta masa) o también mermelada de frutas.
La masa es la misma, o si no es la misma es muy parecida, a la masa de hacer los knedliky, el famoso pan checo que acompaña indefectiblemente a tantos y tantos platos, entre ellos el gulas. Es tan común, y se come tanto, que lo venden como precocinado en los “súperes”, listos para darles un hervor. Pero es más divertido pringarse las manos y poner luego la foto en feisbuc.
Bueno, vamos al lío. Por cierto, es un postre.


Ingredientes:
20 gramos de levadura fresca (medio cubito del que venden en Mercadona)
1 cucharita de café de azúcar
½ cucharita de café de sal
250 ml de leche templada (un vaso de Nocilla, vamos)
1 huevo
500 gr de harina
Mantequilla derretida
Nocilla, claro. O Nutella, si no estás en España


Preparación:
No es nada complicado aunque se lleva su tiempo, la verdad. Más que nada porque hay que esperar varias veces, pero mientras tanto podemos hacer otra cosa.
En un plato hondo ponemos la cucharada de azúcar, una cucharada de harina, la levadura y la mitad de la leche templada (con 30 segundos en el microondas está bien). Con un tenedor o unas varillas removemos para que todo se mezcle y la levadura se disuelva bien en la leche. Lo dejamos todo fermentar un rato, aproximadamente media hora, hasta que su aspecto no sea precisamente apetecible.
En un bol, o en el cacharro más parecido que tengamos, o en la misma mesa bien limpia, ponemos la harina, la otra mitad de la leche templada, el huevo y la sal. Amasamos con paciencia y energía hasta tener una masa que no se nos pegue ni en las manos ni en el cacharro/mesa. Hacemos una bola con la masa. Siempre se hace una bola con las masas para dejarlas fermentar de nuevo, no sé por qué, la verdad, pero así es. Pues eso, que la dejamos fermentar durante una hora, cubierta por un paño de cocina limpio (si no huele a suavizante, mucho mejor). Mientras tanto podemos ver un documental que suelen durar 50 minutos o también podemos ir preparando el primer plato.
Durante este tiempo, la masa doblará, o mucho más, su tamaño. Pero no os asustéis, que ahora la bola va a dejar de ser bola. La extendemos con un rodillo hasta dejarla de un espesor de más o menos medio centímetro (esto es a ojo, claro), y cortamos cuadrados de masa. Según el tamaño de los cuadrados, serán de grandes los knedliky rellenos; así, que a gusto del cocinero. Ponemos un poco de Nocilla en el centro del cuadrado y juntamos las esquinas unas con otras hasta sellarlo. Si la Nocilla la tenemos en el frigo, mejor, así es más fácil de manejar. Ya casi los tenemos listos, sólo nos falta hervirlos. En una olla con agua hirviendo vamos echando los knedliky, y los dejamos hervir unos 5-7 minutos. Debemos sellarlos bien porque de lo contrario la Nocilla se saldrá, y se nos fastidia el invento.
Los sacamos del agua hirviendo con una espumadera y los dejamos escurrir en papel de cocina. Por si las calorías que llevamos hasta ahora no fueran suficientes, vamos a añadir algunas más: derretimos un poco de mantequilla en una sartén y pintamos con un pincel los knedliky (o con una cuchara, o como buenamente podamos). Y por “to lo arto” unas semillitas de amapola.

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